Terminaremos estas notas mencionando la pasión por el color en las arquitecturas mediterraneas populares, como reflejo vivo de estas constantes, sobre todo en Levante y Andalucía, aunque van desapareciendo por los encalados blancos.Los antiguos viajeros citan las policromías del Albaicín, hoy blanqueado.El abuso que se inició en el XVIII, con las recomendaciones sanitarias sobre el blanqueo, que llegó a enjalbegar la catedral de Granada, pasando por los tópicos turísticos de las arquitecturas blancas, han ido borrando los vestigios cromáticos.(Gárate Rojas, I., 2002)
Acuarela del barrio de la Chanca (Almería) Extraído de: enlace |
Debajo de capas de encalados blancos que llegaron a su auge con el reinado de Carlos III para mejorar la profilaxis y evitar la expansión de enfermedades, podemos descubrir colorido en las fachadas andaluzas en forma de ribeteados de puertas y ventanas, o simplemente la coloración de pinturas y morteros con tonos terrosos, condicionada por los materiales con los que estuvieran elaborados
Dentro de los encalados también puede contemplarse una paleta cromática apagada y apastelada por el blanco de la cal, con la adicción de azulete o añil, tierras tostadas u óxidos.
Casa del obispo (Málaga) |
La arquitectura popular recurría a los materiales de la zona, y estos podían adquirir tonalidades diferentes dependiendo de su composición, lo que le aportaba gran identidad a la arquitectura local.
Debemos imaginarnos pues, un escenario homogéneamente colorido, signo de identificación involuntario de cada pueblo de Andalucía.